La cosa iba muy bien, pero no sé cuándo ni cómo descubrí que aquello me sobrepasaba, en largo y en ancho, incluso en colorido. ¿Qué hacer? No iba a deshacerlo todo. Ni siquiera una parte...
La solución llegó en forma de caballero andante. El chaleco le dijo claramente: "Soy para ti", y mi trabajo terminó cuando ambos se fueron andando, fundidos en uno solo:
el Caballero de la Bella Figura.
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