Los cojines han sido para mí un buen terreno de prácticas. Siempre había soñado con esas pilas de almohadones que aparecen en los sofás y sillones de las revistas de decoración. Y siempre los había echado de menos en mis propios sofás de la vida real, al menos en esa cantidad y aparente mullidez…
Así que vi la ocasión al alcance de la mano (y del ganchillo), compré unos cuantos rellenos de distintos tamaños y de ahí han salido una colección de cojines diversos que pueblan la casa en absoluto desorden cromático. He de confesar que cuando pongo manos a la obra no tengo un proyecto definido, un esquema a seguir, sino que empiezo vagamente y es la propia prenda la que va tomando forma y me dicta los pasos a seguir. Puedo comenzar quizá con la idea de probar una cierta muestra… que acaba siendo un bolso, o empezar un cojín que de repente se va transformando en bufanda… Es muy divertido.
Claro que cuando amigos o familiares me hacen un encargo concreto, la disciplina se impone y sólo queda margen para formas y colores, amén del propio material.
O sea que de todos modos poca disciplina, vaya.
Siguiendo con esta exposición abierta, publico a continuación algunos de estos ejemplares, en orden cronológico de realización.
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