Este es un caso de aprovechamiento de lanas que estaban en el cajón sin objetivo claro. Es más: las había desechado varias veces y en realidad las guardaba ahí más que nada para hacer pruebas de puntos, en plan entrenamiento.
Un día cogí la lana coloreada (*) y comencé a ganchillear… lo más fácil, un redondel (a veces lo llaman mandala), a ver cómo quedaba. Bueno, no estaba tan mal. Así que fue creciendo y tomando forma (y yo entrenándome en tejer redondeles, que tiene sus trucos...)
Al llegar a un cierto tamaño se acabó la lana y aquello conectó con mi vena "cojinera" del momento: ¿para qué podía servir un círculo de aquellas dimensiones? Tenía también pendiente un reto a resolver: la cuadratura del círculo o cómo pasar de tejer un círculo a envolverlo en un cuadrado.
Y eso fue lo que intenté, combinando otros restos de lanas que tenía a mano (**).
Al ser un motivo calado, requería un fondo de tela de un tono adecuado. Esta vez recurrí a uno de esos cojines que venden forrados SIN CREMALLERA ni velcro ni nada, que se supone se lavan con el relleno incluido (pero siempre es una incógnita el resultado, al menos para mí). De esta manera, en cambio, mi proyecto de lana sería la cubierta lavable . Sin problemas.
¿Y la otra cara del cojín? También tejida entera a ganchillo, con un cierre de lo más práctico y sencillo. Así quedó:
Finalmente, ¿por qué el nombre de "ANTEQUERA" ? Porque el tacto cálido y mullido del cojín me llevó a relacionarlo con el frío que había sentido en una reciente visita a esa ciudad, acompañando a una amiga que acababa de trasladarse allí, a un piso de estudiantes.
Era (sigue siendo) un cojín muy consolador y hogareño para sitios fríos…
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(*) Bravo Color, de Schachenmayr
(**) Merinos Extra, de Mondial.
Y para los bordes y el reverso, Florencia (color hueso), de Ofil
Adorable aquest coixí, m´encanta !!
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